miércoles, 20 de enero de 2016

SOMOS LEGIÓN

En este blog, encontrarás narraciones de seis mujeres que participaron en la décima edición del taller de escritura Mirar Fantasmas gestionado por Karina Vergara para mujeres que han vivido violencia. 

Las escritoras han seleccionado algunos de los textos que escribieron en este proceso y pueden ser leídos por separado o en continuidad, como una misma historia, porque finalmente, lo que ocurre a una, nos ocurre a todas.

Ojalá, si eres una mujer que lo necesita, pudieras leer en este trabajo, una pizca de tu propia historia y a través de ello, saber que no eres la única que ha pasado por esos momentos duros y -sobretodo- que no estás sola...

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1- Lo que nos exigen:

Vivir para alguien más

Por Alice


Eres gorda!!,… eres tan alta!!!...eres una sentimental y chillona!!!...Por qué dibujas solo personas desnudas; eh???...la que nace para maceta del corredor no pasa!!!....eran algunas de los frases que siendo niña me hacían sentir estúpida, imperfecta y llena de defectos; sentencias que salían de la voz e intensión de las personas que más amaba, mi madre y mis hermanos…algunos compañeros de escuela y alguno que otro “Profesor” esas mismas que con el tiempo se volvieron un fuego vivo de mi estómago adolescente, fuego que quemaba todo a su paso, que me hacía ser rebelde y contestataria con todo, fuego que no dejaba títere con cabeza y quemaba todo a su paso, que me hacía sentir a disgusto en todo momento, que me volvía reaccionaria y ambivalente conmigo misma por no llenar las expectativas de los demás…fuego que se fue apagando hasta convertirse en la gran amargura de los últimos años de mi juventud por seguir sintiéndome imperfecta, perdida y sin rumbo…obsesionada por cumplir AÚN las expectativas de otros.

Con el paso del tiempo te das cuenta de que, no necesitas enemigos malvados o gente extraña y ajena queriendo joderte la vida, son los prejuicios y las limitaciones de los que te aman y piensan que diciéndote todas esas cosas te hacen bien; esos fantasmas que se meten en tu mente y en cuerpo los que te condicionan la felicidad y el bienestar…tanto que a veces comienzas a mutilarte para vivir tu propia vida y sin darte cuenta comienzas a vivir para alguien más…




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 2.- Nos hieren de tantas formas: 


Presa en la azotea


Por Hypatia



Aquella mañana un fantasma de sol se asomaba tímidamente proyectando una pálida luz a través de la ventana. Visión desalentadora, premonición de algo terrible. Un olor extraño invadía el ambiente, después de ese día supe que era el olor a peligro. 

El recuerdo vuelve, se materializa en mi pecho, flecha ponzoñosa. La imagen se aclara en mi mente, su nitidez me aturde. Vuelvo en el tiempo, estoy ahí, otra vez como ayer, como otras veces en todos estos años. A veces tengo la impresión de seguir atrapada en ese instante, en ese espanto.

…un hombre con puños de acero, inclinado en posición de ataque desatando toda su furia contra su presa…

Las piernas no me responden, olvido que tengo brazos, permanezco clavada en el concreto, inmóvil, observando la escena. Enseguida me voy, escarbo en mi interior, un dedo gigante oprime mi pecho, respiro con dificultad. La cabeza me da vueltas, las ideas alborotadas como abejas, se entremezclan, chocan unas con otras, no hay claridad, sólo confusión y ruido. 

Los gritos desesperados de una voz infantil me devuelven a ese instante, tan real, que las manos me sudan y me castañean los dientes. 

…la niña grita angustiada, sus pequeños pulmones se llenan de aire con cada sonido de auxilio. Ya no se sabe si emite palabras o aullidos, pero sus ojos reflejan la inconfundible expresión del horror… la muerte acecha el momento, agazapada bajo los tendederos. 

…el hombre adulto sigue ahí, inclinado sobre su presa, incansable, iracundo. Rostro y puños llenos de rabia. 

La azotea es un sitio ideal para acorralar a alguien. 

…la niña observa la escena impotente a pocos pasos de distancia, múltiples aullidos –de la niña y de la presa- rasgan el silencio. Nadie responde, nadie viene en su auxilio. La pequeña continúa gritando, las mejillas surcadas con agua salada como mares agitados. El olor a miedo la invade, entra y sale por cada poro de su piel, sus ocho años de vida no le alcanzan para detener al fantasma hecho furia. Ella teme. Llora. Aúlla.

Hasta que el hombre por fin suelta a su víctima que yace inmóvil junto a los lavaderos. Su pequeña presa dejó de resistir cuando perdió el conocimiento, sus once años de vida no le alcanzaron para resistir por más tiempo. El cuerpo flacucho y malherido quedó tendido en el piso de la azotea y de mis recuerdos de infancia para siempre.



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 3.- Parecen historias distintas y sin embargo el dolor es tan semejante (vomitarlo todo)

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4.- Nos enseñan a ser como ellos:



Violentadora

Por Alice


No lo sé, quizás en algún momento tuve ante mí, personas a las que violenté con premeditación, en venganza por haberme hecho sentir usada, por haberme ignorado alguna vez o simple y sencillamente lastimé a otras que no me habían hecho nada, solo porque con el correr del tiempo, cuando fui creciendo me volví una resentida y desde mis pequeños lugares de poder comencé a ver a muchas personas encima de los hombros sin ser consciente de ello, pensando que era una ley natural de la vida lastimar después de ser lastimado, sacando las espinas que otros dejaron enterradas, creyendo que de esa manera hacía justicia.
                                                         


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5.- Aquella que hemos sido:


Para la amiga

Por A.


Desde hace mucho tiempo he sentido la necesidad de re-conocerme de todas las formas, incluso en aquellas que desapruebo. Hoy elegí pensar en vos, porque te quiero y me parece importante que lo sepas, también porque deseo ser mejor amiga y creo que pensar en mi violencia es una buena manera para comenzar. Me cuesta reconocer la intencionalidad detrás de mis actos, pero sé que muchas veces te hice sentir pequeña, pasé por alto tus gustos, tus intereses y tus necesidades, violenté tu libertad. Y sigo recordando tus errores… entonces ahora cierro los ojos y pienso “necesito volver sobre mí, una y otra vez, para reconocer qué me llevó a actuar de la forma en que lo hice y para reconocer que te lastimé”. Me perdono y te perdono, te quiero amiga.


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6. Mirarse al espejo:

Yo

Por Rainbow

Fue tanto el tiempo en el que viví cargando un dolor tan grande. Tiempo,mucho tiempo, en el que no comprendía porque me pasaba eso; tiempo en silenció, con miedo,con pena,en confusión; tiempo en el que acumulé odio, en el que me destrozé de tantas formas -para que un nuevo dolor apagara el dolor del pasado-. Me quebré en millones de fragmentos. No podía y ni sabía de que manera reacomodar todo lo que estaba perdiendo, no tenía idea de como reconstruirme, como vivir con esta cicatriz ,con este dolor .y me quebré.

Después, un coraje profundo el día en el que acepte y lo pronuncie, en el que de mí salió ese grito de angustia pidiendo auxilio. Cuando al fin lo acepte, que había tenido un daño tremendo, ese día ... No paso nada.....quedé igual: Coraje ,impotencia ,soledad.

Al ver que ni siquiera creían en mí, en mi voz, ese grito se quedó sólo haciendo eco. Fue ignorado,minimizado.

Ellos lo guardaron, no quisieron escucharlo y yo tuve que hacerme aun más fuerte para llevarme poco a poco, para superar tanto dolor. Sólo me tenía a mí. Me tenía...ahora ya no estoy sola, nunca más.


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7. Un día, todo cambia:


Historia breve de una mujer que miró a su fantasma

Por A.

Esta mujer decidió un día no guardar más el secreto del patriarca y entonces se atrevió a gritarle al mundo una perturbadora verdad: desde que era solo una pequeña de 4 años su desquiciado padre abusó de ella de innombrables formas, durante mucho, mucho, mucho tiempo.

Esta violencia fue perfecta, a pesar de que nunca hubo rastro alguno en su cuerpo, cada día agonizaba en silencio mientras el temor se apoderaba de ella. Y hasta hoy no se sabe cómo, pero esta mujercita continuó su vida y creció con la cara feliz, como la sociedad manda.

Muchos años después, siendo ya una mujer adulta, cuando aparentemente este fantasma ya no hacía parte de su vida, volvió a recordar aquellas mortíferas imágenes que había guardado en el baúl de su inconsciente. Entonces, por dos años consecutivos enfermó y enfermó, nuevamente el miedo la invadió, todo se puso de cabeza; comenzaba a morir en vida.

Abandonó sueños, lugares y amistades porque ahora ella era una mujer incómoda, se convirtió en la indeseable, la llorona, la ausente, la disfuncional… parecía que ya no servía para nada, solo para dar molestias, cada día estaba más y más sola porque no soportaba la indiferencia de la gente ni las miradas que la etiquetaban y la reducían a la mujer violada, menos aún los consejos absurdos que atropellaban la dignidad que le quedaba, esa que a veces le permitía pararse de la cama.

Hubo quienes le invitaban a que olvidara y continuara su camino, restándole importancia al remolino de dolores que yacía en su alma. Algunxs más osadxs hasta la señalaron como débil, tonta y quejumbrosa, argumentaban que estaba sobredimensionando su experiencia cuando no era la primera ni la última mujer en sufrirla. También hubo quienes sugirieron que seguramente había algún motivo, algo que debía aprender… Otrxs más le recomendaron que comenzara a preguntarse por qué le pasó a ella, que debía perdonar y perdonarse para sanar… y así sucesivamente.

Curiosamente estas palabras de “aliento” la hacían sentían peor y entonces compendió que detrás de ellas había en realidad una súplica: “cállate”, “no quiero que me cuentes más”, “no sé qué hacer con todas esas lágrimas”, “no me obligues a hablar de este tema”, “no me recuerdes mis propios fantasmas”… Cada día tuvo que continuar, no importaba cómo, no importaba si se caía a pedazos, tenía que producir, escribir, trabajar, relacionarse con la gente, cumplir con sus responsabilidades y con las expectativas depositadas en ella.

Poco a poco volvió a ser “funcional” y “competente”, a su nueva manera por supuesto, todavía lo está intentado, pues finalmente parecía la única opción. Y sí, aprendió, a aceptar que tenía el derecho de quebrantarse, a amarse enferma, con sus recuerdos y con el dolor que estos le producen. Comprendió que ella nunca jamás fue la culpable de nada y que aun siendo mujer no estaba obligada a perdonar nada. También aprendió a no callar más, a reconocerse victima aunque a muchxs les incomode, a decirlo con la cara levantada, sabiendo que eso no es lo único que la define. Aprendió cómo, cuándo y con quién poner el tema sobre la mesa. Aprendió a escuchar más, a ser más compresiva y solidaria, a encontrarse con otras mujeres.

A pesar de todo esta mujer continua luchando por encontrar un lugar en esta sociedad cómplice, en la que las mujeres que han sido víctima de múltiples violencias son excluidas y silenciadas, como si ellas fueran el problema. Ella ha venido transformando por le menos su vida y su pequeño entorno.


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8.- Poderosa:
Ritual agridulce

Por Luz Venado

Nuevamente te vi rodeándote tan gustosa yo, tan gozosa que te miraba y me mirabas con el brillo en mis ojos, como el que te brillaba cuando me clavabas la aguja en mi planta del pie ¿te acuerdas? ¡Qué gusto es frotar mis manos y sentir que de nuevo mis papilas gustativas segregan saliva, tan sólo de saborear cómo te diseccionaré y extirparé tus criaturitas engendradoras testiculares! y de ahí, te iré recorriendo vértebra por vértebra colocándote un liquidito verde con morado -que no sé qué es-, pero lo miro untado en tus huesillos de ahí hasta la campanilla ¡ah! Cómo te veo ahora criaturilla diseccionada, tan lentamente, tan sutil y detalladamente, así como tu lo has hecho conmigo, tan despacito te miro cómo me miras palpitar mi corazón de emoción y tranquilidad al mismo tiempo.

Tus partes de todos tus cuerpos hierven en el jugo del caldero donde hoy arde tu miseria…

Deseo trasmutes y te transformes en el lugar y forma justa…


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9. El fantasma ya no pesa en mí:

Hasta nunca

Por A.

¡Ahí estás! Vas caminando. Te encontrás a una mujer que me conoce y que yo también conozco. Voy detrás de vos, pero voy sin vos, voy sola, un par de metros nos distancia. Hablás con la mujer y por su expresión notó que se siente incómoda, ahora se ve molesta, supongo que estás hablando incoherencias, quizá es una más de tus perversidades. De repente la mujer te da una cachetada y yo que miro desde lejos, pienso “que mujer valiente”, ella me mira, me sonríe dulcemente y te da otra cachetada, esta vez, una más fuerte. La mujer grita hacia a vos insultos, mientras tanto, yo sigo caminando, observando, cada vez me alejo más. La mujer sabe que llevo tu ADN pero también sabe que no tengo nada que ver con vos. Vos también sabés que tengo tu ADN, entonces me mirás como pidiéndome apoyo, aun sabiendo que no iré. En ese momento viene un grupo de mujeres furiosas, te toman de los brazos… Yo sé que tengo tu ADN y que no tengo nada que ver con vos, no me importás, entonces suspiro, miro al cielo, sonrío y sigo caminando.

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10.- Bienvenida esa otra que soy:

El laberinto y la espiral

Luz Venado

En una inhalación profunda me sumí con el aroma encantador de la yerbita, esa planta que hace volar y me conecté con el déjâ vu que viví hace un momento donde me veía en una dimensión de muchas dimensiones… era un nodo de entrada y salida con sus propias puertas a las que eran llevadas por sus escaleras volteadas y derechas por donde podía subir y bajar parada hacia arriba y hacia abajo sin que la gravedad existiera… fue entonces cuando descubrí que podía ir y venir, subir y bajar, entrar y salir en el tiempo… por ello, creo que puede ser un lugar de prueba donde entre a mis “esos” momentos cuando he querido hacer un retorno y agregarles un ingrediente para recuperar lo perdido y encontrar lo hallado, tal ves, así piense en ir invitando a más amigas y juntas mirar desde nuestras perspectivas y poner a prueba,

Iniciar un reto a la vida y vernos modificando cosas, tan sólo para ver que los caminos se anudaron tan sólo para saber que teníamos que llegar al punto donde estamos ahora, aquí en donde nos conocemos,
En donde nos re-encontramos,
En donde nos encontramos…

¡Espiral de ida sin retorno!!

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11.- Finalmente, un lugar para soñar:

Legionarias

Por Hypatia


Hace muchos años en una gran ciudad, un puñado de mujeres cambiaron el futuro de la humanidad para siempre. Ellas, un grupo muy singular, eran conocidas como Las Legionarias porque literalmente legiones enteras las seguían. El cambio se inició cuando comenzaron a organizar el trabajo a través de proyectos productivos de manera sistemática en cada comunidad, la cual se vinculaba con otras comunidades y luego entre regiones a lo largo y ancho del país. Lo anterior, obviamente acompañado de procesos de formación, cursos, talleres, conferencias, conversatorios, etc. Eran mujeres visionarias, locas, guerreras, desafiantes. Cambiaron las leyes absurdas que no beneficiaban a las mujeres, pero además, lograron lo nunca antes visto: organizaban observatorios de ciudadanas que se encargaban de que ningún delito en contra de las mujeres quedara impune. De igual forma, consiguieron que las direcciones, las secretarías de Estado y todos los puestos de mandos medios y altos de las instituciones públicas y privadas, estuvieran dirigidos por mujeres que se formaron en sus cuadros de guerreras. La preparación que recibían las mujeres que ingresaban a las escuelas de formación de Legionarias ofrecían educación de la más alta calidad, es decir, todas las materias que fortalecen el intelecto, el cuerpo y el corazón se impartían. Las egresadas además contaban con una condición física que envidiaban (todos los hombres que no podían ingresar a dichas escuelas) y las pocas mujeres que aún no estaban convencidas de que unirse a las Legionarias  era la más grande, maravillosa y factible opción de vida digna que había existido jamás.



* (Paisajes tomados por Hellen Carmona)